miércoles, 21 de marzo de 2012

Capítulo IV


Cuando el timbre que anunciaba la última clase sonó, me levante excitada y metí mis cosas en la mochila a toda prisa mientras salía casi dando brincos de la clase. Corrí al aparcamiento como pude y tiré la mochila dentro del coche, antes de dirigirme, corriendo otra vez a las pruebas que tenían lugar en el gimnasio. Entré dando trompicones y me coloqué entre la multitud buscando a mi nueva amiga Brittany, de la cual ya me había dicho el nombre una chica rubia, algo regordeta y simpática que se sentaba conmigo en lengua. Cuando hicimos contacto visual puso una expresión de terror que pagaría por volver a ver. La chica que se sienta a mi lado en lengua, Clare, me había dicho que no sabía donde me había metido presentandome a las pruebas, y que Brittany me las haría pasar canutas si me seguía metiendo con ella. Me gustaría ver a esa idiota intentando hacermelo pasar mal. No, en este instituto la gente estaba muy equivocada si creían que yo les iba a tratar igual que los demás, de perrito faldero durante todo el día a los populares y como una mierda a los freacks. No pienso dejar que un par de niños mimados me toquen la moral, lo mejor será dejar las cosas bien claras desde el principio para que sepan donde está su sitio, y dónde está el mío. Desde luego el mío no está por debajo de ellos.
Mi vida no había sido nada fácil, había aprendido a ganarme las cosas por mi cuenta. Mi hermano mayor Adam, se fue de casa cuando la relación de mis padres  empezó a flaquear. Tres meses mas tarde de la separación, a mi madre le detectaron un tumor cerebral y mi hermano empezó a pasar algo de tiempo en nuestra casa. Hace dos meses ella murió y solo sigo en contacto con mi hermano por teléfono, sin verle desde hacía mas de tres meses, así que tuve que aprender a cuidar de mi y de mi madre, y ver gente que lo ha tenido todo desde siempre, gente que les siga para hacer todo lo que quieren y cuando quieren, y que piensan que están por encima de cualquier otro ser vivo simplemente hace que me enfurezca.
Y ahora aquí estaba, en una prueba de un equipo de animadoras, rodeada de gente desconocida y apunto de intentar lucirme en un breakdance. Si Adam me viese ahora mismo. Imaginarme su rostro de expectación y diversión me hizo soltar una risita floja y miré hacia el suelo para que nadie me viese, pero fue un poco tarde por que oí a alguien susurrar en mi oído:
-Con que también sonríes, ¿eh? - Cuando me di cuenta de que era John pegué un brinco y le miré con cara de furia.
-Nunca, en tu vida, vuelvas a hacer eso, idiota.- Cuando vio mi cara de enfado, en vez de asustarse sonrió de oreja a oreja y se acercó más, instintivamente eché un paso para atrás. ¿Este tío no tiene vergüenza o qué?
-¿Hacer el qué? Yo no soy el que se ríe solo... ¿Qué? ¿Pensando en mí?
-Ya quisieras ir...-No estaba segura de que me hubiese oído, por que una voz potente que salía de un micrófono me interrumpió, le miré con desdén de todas formas y me giré.

- Buenas tardes a todos, empezaremos la audición en diez minutos, - comenzó a hablar la entrenadora. Una mujer con expresión amable, alta, delgada y con una larga cola de caballo pelirroja. - el que quiera puede ir al vestuario a cambiarse de ropa, os recomiendo que hayáis venido con pantalones elásticos, ya sabéis que no se puede hacer deporte con vaqueros y tacones- Dirigió una mirada a las animadoras que dejaba claro a quién se refería con esa última frase.
Miré hacia abajo y me dí cuenta de que yo misma iba en vaqueros y sneaquers, pero así era como bailaba siempre, así que me encogí de hombros y seguí mirando hacia el frente.
Cuando pasaron los diez minutos, nos explicó en lo que iba a consistir la prueba:
- Bueno, para empezar, viendo que no sois muchos los que os habéis presentado este año, os llamare uno a uno, pondré parte de una canción y tendréis 45 segundos para demostrarme que merecéis entrar en el equipo, solo diré dentro o fuera, los que estéis dentro podéis ir a esa esquina para que os hable sobre los detalles, los demás podéis retiraros. Los que solo hayáis venido a curiosear sentaros en las gradas o marchaos.
-Adiós morena, te estaré observando. -Me volvió a susurrar John mientras se retiraba hacia las gradas. Ni si quiera tuve tiempo de insultarle. No entiendo porqué se comporta así... Este tío tiene que ser más agradable, no se puede ser tan chulo.
- Muy bien, empecemos. - dijo encendiendo el aparato de música cuando todos los que no se habían presentado se sentaron - Catheryn Black, de 1A. - Empezó a sonar "Right Round", de "Flo-rida". Bailó al estilo urbano, no tenía mucha técnica pero se defendía en la pista aunque se puso algo nerviosa en algún momento. A pesar que estaba ahí para reírme de Brittany, estaba un poco nerviosa porque tampoco quería quedar mal delante de medio instituto. Tenía intenciones de bailar bien, pero no quería tampoco que me cogieran... no entraba en mis planes de vida convivir más de la cuenta con la tropa de Barbies.
Cuando la tal Catheryn acabó siguió diciendo un par de nombres más, y después me tocó a mi.
- Scarlett Willson, 1A.
Se oyó alguna risita molesta procedente de alguna animadora, pero me dio igual, no estaban preparadas para lo que estaban a punto de ver. Me tocó la de "Pon the replay" de "Rihanna". Esta era la mía, esta canción la estuvimos preparando cuando iba a las clases de baile, así que hice un poco de memoria. Bailé la mayor parte de la canción moviéndome muchísimo pero con un ritmo callejero, aunque sin piruetas ni cosas de esas, (así más difícil que me admitieran pero más fácil para darle a esa niñata en los morros) y con una energía impresionante que nunca había experimentado. Esa canción siempre había conseguido sacar lo mejor de mi, pero nunca de la manera que lo había conseguido hasta ahora. Era por tenerle a mi querida rubia ahí delante mirándome atónita. No sabía ni donde meterse, acababa de demostrar que la que no sabía donde se había metido era ella. Mi último paso fue justo a cinco centímetros de su cara, se acabó la canción y me dirigí hacia las gradas a recoger mis pertenencias cuando de repente empecé a oír un montón de aplausos, cosa que me divirtió. Pero me di cuenta que entre todos los aplausos estaba de pié mi "amigo" Johnny, justo al lado de mis cosas, así que iba tener que cruzarme con él sí o sí. Cogí mi mochila y mientras me ponía la chaqueta me dijo:
- Bien hecho, morena.
- Deja de llamarme morena, para algo me pusieron Scarlett cuando nací y por cierto, no te encariñes mucho conmigo Ken, que tu novia Barbie se va a poner celosa... - le contesté con una mirada sarcástica y una falsa sonrisa plantada en la cara. Se quedó con la boca abierta y sin palabras, su cara era un auténtico poema, y a decir verdad, muy sincera.
Me iba cuando oí la voz de la entrenadora que se dirigía a mi.
- Scarlett, no te vayas, merece la pena que te quedes, lo haces muy bien.
- No, gracias entrenadora, pero creo que este no es mi sitio, solo venía a pasar el rato.




Joder, esta tía me sorprende. Tendré que ser el autentico yo si quiero acercarme realmente a ella, sino no creo que consiga llamarle la atención. Aunque después de verme con esta actitud chulesca, no creo que me crea que soy en realidad de otra forma, cuando cambie de actitud se va a pensar que soy un tío camaleón, que cambio para gustarle, es una chica inteligente...
Estoy harto, harto de Brittany, de los chicos, de mi madre, harto de que todos intenten controlarlo todo por mí, de que planeen mi vida, de que decidan lo que es bueno y malo para mí, como si yo solito no supiera lo que me conviene y lo que no. Sólo quiero que me dejen ser libre, que me dejen decidir lo que quiero hacer con mi vida, quiero dejar el equipo, dejarle las cosas claras a Brittany, y decirle a mi madre que mi futuro es mío y no suyo. Quiero acercarme a ella, a Scarlett, conocerla, conocer qué es lo que le aleja de todo el ser masculino del instituto. Desde que la vi llegando al instituto algo torpe y expulsando rebeldía por todos los poros de su cuerpo, sentí algo en mi interior que no me iba a permitir dejarla escapar.  Quiero cambiar un poco mi vida, solo pido eso, no se que hacer para conseguirlo, pero lo averiguaré.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Capítulo III

Cuando llegué a casa la puerta estaba abierta y mi padre a punto de salir:
-Hola cariño! ¿Qué tal el primer día?
-Mmmm... no ha estado del todo mal. - Dije con una sonrisa burlona. En una milésima de segundo recordé todo lo que me había ocurrido hasta el momento.
-Me alegra oír eso - Dijo sonriendo. Papá sabía muy bien que yo no era de las que admitían que se habían equivocado, y yo me había pasado las últimas semanas quejándome de lo mal que lo pasaría en el instituto. Mi padre ya no tenía a penas paciencia conmigo, a diferencia que mi madrastra. Mi madrastra no era lo que me esperaba de ella, era jústamente lo opuesto a lo que pensé que me depararía al llegar a casa de mi padre. Cuando mi madre murió solo deseaba que el resto de mi vida no fuese muy complicada, por mucho que en la vida siempre tendría que vivir todo tipo de situaciones. Para empezar, quería deshacerme de cualquier amor y desamor. Para continuar y con bastante importancia, no quería llevarme mal con mi madrastra, pero no iba a esconder mi carácter ante ella, ni mucho menos. Cuando la conocí, comprobé que mi padre no tenía mal gusto y que tenía un carácter bastante compatible con el mío. Se notaba que no era mi verdadera madre, porque eramos auténticos polos opuestos: ella tenía los ojos azules, yo verdes. Ella era rubia, yo morena. Ella tenía una melena cortita y lisa, y yo el pelo oscuro, largo y ondulado. Ella tenía un puntillo elegante y yo era más basta que pija o elegante.
- ¿A donde vas?
- Tengo que salir a comprar algunas cosas, vuelvo más tarde.
- Vale, yo iré a picar algo y dormiré el resto de la tarde. Estoy agotada, no me despiertes cuando vuelvas.
Asintió y se marcho con paso ligero. Crucé la parte asfaltada del jardín hasta la puerta que mi madrastra recientemente había mandado a barnizar sin hacer demasiado caso a las flores que necesitaban ser regadas urgentemente y al césped que había sido cortado no hacia mucho por el hijo de un amigo de mi padre, que, por cierto, no estaba nada mal. La casa no era muy grande, pero era acogedora y muy bonita. Aparte de que teníamos tres habitaciones, poseíamos un salón de lectura y un sótano para tocar la guitarra cuando me entrara la inspiración, éstas dos eran las partes favoritas de la casa. El sótano era bastante amplio, y el hecho de que estuviese vacío excepto por el sofá viejo y destartalado, pero infinitamente cómodo y la diana que había colgada en una pared, estaba completamente vacío. Pero así me gustaba, era perfecto en su simplitud.
Entré en casa y me dirigí primero hacia la cocina, donde encontré a mi madrastra sentada en la mesa, comiendo.
Me serví las alubias y el filete demasiado pasado y me senté en frente de ella.
- ¿Que tal ha ido el primer día?- Dijo con una sonrisa divertida, obviamente había oído lo que habíamos dicho mi padre y yo. Aun así le contesté.
-Ha ido bien. - Dije con la boca medio llena.
Carraspeo.
-Ves? No hace falta quejarse tanto.- Acabó lo que había en su plato, se levantó y me alborotó el pelo al tiempo que salía.  Me aparté y la empujé jugetonamente.
-No me toques el pelo Melanie- -Me dijo desde el primer día que podía llamarla o bien mamá o por su nombre, pero aun me sentía incomoda llamando a alguien que no fuese mamá de esa manera, así que la llamaba Melanie y a veces incluso Mel.
Cuando acabe, recogí la mesa y fui hacia las escaleras, las subí dando brincos y cuando llegué a mi cuarto tiré la mochila al lado de la puerta, me quité los zapatos y los vaqueros, y me eché en la cama. Desde ahí observé el panorama durante unos momentos antes de quedarme frita, para ser sincera me gustaba mas que mi habitación en Canadá. El cuarto era amplio, luminoso, y mi madrastra lo había decorado dejándome margen para personalizarlo. Delante de la puerta se encontraba una puerta doble que daba paso al balcón, y en medio de estos una alfombra peluda negra, sobre la que me gustaba tumbarme en ropa interior, aunque no sería una imagen muy adecuada para un menor, esa tela de la que estaba hecha la alfombra era suavísima y no podía evitar hacerlo.  A  la derecha se encontraba mi armario, que tenía tres puertas y estaba pegado al escritorio, con mi portátil encima y un par de cosas tiradas. Al otro lado, en la izquierda, mi cama sobre un suelo al que subías con dos escalones, la cama era bastante grande, no enorme, pero más grande que una cama normal, la colcha color verde azulado me encantaba. Mis paredes estaban decoradas con pósters “Panic! at the disco”, “Birdy”, “Kings of Lion”, “Simple Plan” y “Adele” entre otros. El suelo estaba repleto de trastos, pero ni mi padre ni mi madre entraban a mi cuarto así que todo estaba bien. Fui cerrando los ojos poco a poco mientras caía en un profundo sueño. Hora de descansar fue lo último que pensé antes de quedarme dormida.

No me desperté hasta la mañana siguiente con el ruido del despertador resonando en los oídos. Me estiré y me dirigí al baño solo con la camiseta de Metallica. Mi padre estaba en el trabajo y mi madrastra a esa hora salía a correr, así que la casa era toda mía. Me metí a la ducha y puse el agua fría para despejarme. Además, en California el calor era terrible, así que no iba a ponerme enferma por una ducha fría. Salí y me dirigí de nuevo a mi cuarto con la ropa en las manos y el pelo goteando, me puse lo primero que pillé en el armario, mientras me mantenía concentrada en no salirme de la alfombra negra y empapar todo el suelo. No pienso secarme el pelo, no me da tiempo y con este calorazo se secará sólo. Cogí la mochila del mismo lugar donde la había puesto la tarde anterior y corrí hacia mi coche, tropezandome primero en las escaleras y después en el jardín. Tengo que buscar un curro para cambiar esta mierda. Conduje hasta el parking del instituto y al bajar del coche me volví a cruzar con mi nueva amiga, que tuvo la prudencia de mantener su bocaza de besugo cerrada esta vez, aunque no pudo retirar su mirada de mí. Le sonreí con desdén y me dirigí a mi primera clase. Ese día iba a ser eterno, porque desde el día anterior estaba deseando que llegaran las cinco para presentarme a las pruebas de animadoras. No pude evitar sonreír al imaginarme la cara de Barbie Alfa cuando me viese ahí. Más que nada quería demostrarle que ella no iba a ser más que las demás chicas del instituto, y se iba a seguir dando cuenta que iba a plantarle cara, no me iba a cortar para nada. Me dí cuenta de que aun no me sabía ni su nombre, tendría que preguntarlo por ahí, aunque tampoco quería mostrar un excesivo interés. No quería comenzar una guerra, solo quería hacerle arrepentirse de todas sus malvadas acciones y hacer que espabilara, porque ella no era nadie para hacer sentir a más de una chica del instituto como una mierda.
Todas eramos perfectas a nuestra manera, y todas teníamos nuestros pros y nuestros contras, pero ella solo conseguía realzar sus pros y los contras de las demás, amargando a más de una chica, algunas la tenían como modelo y oír humillaciones provenientes de esa bocaza no les servía de mucho.

martes, 6 de marzo de 2012

Capítulo II

Miré mi horario para ver que clase tenía primero: Matemáticas. Bueno, por lo menos algo que se me daba bien. Me tenía que dirigir al aula número 19, segundo piso.
Me costo lo mío encontrarla, pero cuando al fin entré, vi que casi todos los asientos estaban llenos, excepto dos al fondo. Me dirigí intentando no llamar la atención hasta la ultima fila, y me senté en uno de ellos. Cuando el profesor se levantó, a punto de presentarse, entró pidiendo disculpas el idiota con el que me había chocado en el aparcamiento. Bien, genial manera de empezar.
- Buenos días a todos, espero que este año a un par de personasse les deje de estropear el despertador cada mañana, eh Clarckson?. - dijo mirando al chico que se dirijia al unico sitio vacante, a mi izquierda. Todos se echaron a reir, incluso él. Por lo menos había buen rollo en clase, pero me iba a tomar lo mío adaptarme. - Y bueno, este año como ya sabéis todos, vuestra tutora será la señorita Adamson, y me ha comunicado que tenemos a una chica nueva en el instituto. Scarlett Willson. No te asustes, ven aquí y preséntate. - Dijo esto último mirándome. Oh, no, Oh no, Oh no. Este día estaba siendo perfecto, impresionante, ahora me toca humillarme públicamente. Me hundí en la silla, como esperando desaparecer o que esta me comiera, pero no hubo suerte.
-Vamos Scarlett, no seas tímida, tus compañeros quieren conocerte - dijo con una sonrisilla amable, pero a pesar de ello yo ya le odiaba, le fulminé con la mirada y me encaminé hacia él. Me quedé mirandole mientras le daba la espalda al resto de la clase, que me miraban divertidos.
- Cuando quieras nos dices de donde vienes, y bueno, nos cuentas un poco, y date la vuelta que nadie te va comer - me guiñó un ojo. Joder, a ver si va ser pederasta y todo el viejales. Me giré y murmuré casi para mí misma.
- Me llamo Scarlett.
-Vamos, dilo un poco mas alto, nadie te ha oído, y cuéntanos algo más. - Insistió. Suspiré, gire los ojos y puse cara de desesperación.
-Me llamo Scarlett, tengo diecisiete años y vengo de Canadá, de un pueblo llamado South Lancaster. - Me quedé mirándole con una sonrisa sarcástica ¿Quieres saber también de que que color son las bragas que llevo?
- Muy bien - me dijo el profesor con una sonrisa.
Me dí cuenta de como la barbie alfa, que cómo no, estaba en mi aula, se lo estaba pasando en grande, tenia muchísimas ganas de cruzar la clase y pegarle con una silla en la cabeza. Me contuve y me encamine tan dignamente como pude hacia mi asiento.
Cuando volví a sentarme al lado del idiota éste, me miraba con una sonrisa que podría acelerar el ritmo cardiaco de cualquier persona normal.
- Vaya, mi nueva amiga. - Susurró con esa sonrisa perfecta en la cara.
- Piérdete. - La sonrisa se mantuvo intacta, Joder, va ser difícil deshacerme de el...
El señor Logan se sentó en su sillón azul, que tenia pinta de cómodo comparado a los mierdataburetes que los alumnos teníamos y anunció que ese día no ibamos a empezar con el temario, ya que era la primera clase y sabía cómo solíamos estar ese tipo de días, que no montáramos demasiado jaleo y que ya empezaríamos el próximo día.
- ¿Por qué tan triste, Scar? No te molesta que te llame Scar, ¿verdad?
-Solo me llaman Scar mis amigos, pero te lo voy a poner fácil: no me llames de ninguna manera.- Supuse que eso lo mantendría callado, pero que va. Su sonrisa se ensanchó, si eso era posible...
-Yo soy John, pero tu me puedes llamar Johnny o cariño o lo que tú quieras. - Te lo estarás pasando en grande, ¿eh, idiota?
- ¿Con que tienes agallas para plantarle cara a la abeja reina, eh? - me dijo John, sacando a relucir lo que paso en el aparcamiento.
Le miré con desdén Si tienes novia que haces ligando con otras? Joder, si es que son todos iguales, todos. TODOS. Otro al que quiero partirle la cara. Estos idiotas están despertando mi lado agresivo. Me limité lanzarle una sonrisa sarcástica y me puse los auriculares, como para darle a entender que no me interesaba conversar con él.
- Vaya, que borde eres, sabes que es de mala educación hacer eso? - Este cacharro no tiene más volumen? ¿Por que sigue hablando? Cállate, cállate, cállate, cállate, por favor, cállate, si aprecias tu bonita cara, cállate. Cerré los ojos y me puse a cantar mentalmente la canción que sonaba, como para tapar el sonido de su voz ...The morning rain clouds up my window, and I can't see at all... Seguía oyéndole murmurar, pero a penas podía captar un par de palabras de todo lo que decía ...And even if I could it'll all be gray, but your picture on my wall It reminds me... Y seguía, y dale, y no paraba de hablar, se daba cuenta el muy idiota de que hablaba solo?...that it's not so bad, it's not so bad.. Cuando oí el chirrido del timbre salté de la silla como si fuera un muelle, y empecé a recoger mis cosas mientras mi nuevo amigo seguía con su cháchara incesante Pero que te pasa colega, no te dejan hablar en casa?
Cuando estaba a punto de salir oí al señor Logan:
- Chicos, escuchadme un momento, os dejo aquí los horarios para que os animéis a las audiciones y pruebas de los grupos escolares. Ya sabéis el equipo de fubol, las animadoras, el grupo de teatro...
Algunas personas se animaron a cojerlos, otras ni prestaron atención. Me acerqué y cogí uno. Decidí divertirme un poco, esto iba a estar realmente bien. Me iba a presentar a la prueba del equipo de las animadoras, y no precisamente para que me cogieran. Mis clases de Jazz y Hip-Hop iban a demostrar a "superbarbie" que no era una chica perfecta. Se iba a quedar con la boca abierta, y aunque no me cogieran, me iba a reir un rato. El martes a las cinco de la tarde tenía una cita con un ejercito de pompones andantes...
El resto del día no tubo muchas novedades, las siguientes clases fueron más o menos agradables, coincidí con la misma gente en casi todas, Johnny me siguió en todas las clases que tuvimos hablando como si no hubiera mañana, mientras yo escuchaba música, y algunos de mis nuevos compañeros empezaron a saludarme hacia las últimas clases. Bueno, parece que no va estar tan mal después de todo... Me irritaba el hecho de que se dividieran en grupitos, pero la gente fuera de ellos se llevaba decentemente bien, excepto el clan de barbies y kens, que parecía que no se dignaban a hablar con nadie fuera de su especie. Mmm, me acostumbraré. Al acabar la última clase, caminé con paso firme hacia el aparcamiento y abrí mi coche destartalado, eché la mochila en el asiento del copiloto, y encendí la radio antes de arrancar. El estruendo me hizo pegar un brinco, ya había olvidado lo alta que la había dejado aquella mañana. Bajé el volumen para que la gente dejara de mirarme, y salí del parking. Me crucé con mi nuevo amigo el papagallo cuando salía, y vi como agitaba la mano en mi dirección. Por alguna razón aquello me hizo mucho gracia, y no pude evitar echar una risita. Pero que haces? no alimentes su ego, es un chico, recuerdas? Y a los chicos solo les importa su cosa. Si en alguna otra vida eres una cosa de esas, puedes permitirte preocuparte por uno, mientras tanto NO. Me centré en la música y seguí conduciendo hasta la casa de mi padre. Sonaba Off The Chain y yo tarareaba al compás. Iba pensando que no había sido un día tan horrible después de todo, y que en cuanto me acostumbrara a la gente nueva (bueno, en realidad la nueva aquí soy yo) podría hasta ser agradable.

viernes, 2 de marzo de 2012

Capítulo I

La música me taladraba los oídos. James, James, James...Subí el volumen. Mama, no la apoyaste lo suficiente, demasiado egoísta, demasiado ocupada en tus propios asuntos... Lo subí aun más, sentía la gente mirarme al pasar con el volkswagen verde botella, demasiado viejo y demasiado verde que mi padre me había prestado hasta que yo comprase otro. Me daba igual, solo quería dejar de pensar. Mama, James, Mama, James, Canadá, Mama, Mama, James, Mama... Subí la música más aun, hasta que la ruedecilla ya no podía girar más. La música y mis pensamientos se mezclaban, todo en un torbellino de sentimientos confusos y ganas de chillar, de romper todo a mi alrededor y volar, volar lejos, volar fuerte, volar alto, volar rápido, y hacerlo ya. El dolor en mis oídos apaciguaba un poco el de mi corazón, pero no lo suficiente. ¿Hacía cuanto que no sonreía de verdad? ¿Tres meses? Tal vez más. Tres meses sin sonreír son una terrible eternidad. Sólo risas falsas para ocultar la realidad. Mis días se volvieron monótonos. Despiertate. Dúchate. Péinate. Ve al instituto. Saluda. Sonríe. Finge que te interesas. Vuelve a casa. Come. Duerme. Despiertate. Duchate. Sonrie. Peinate. Ve al insituto...
¿Sabes esa sensación que se tiene cuando estás muerto y vivo a la vez? Cuando en realidad no deseas morir, pero si por un casual murieses, no te importaría más de la cuenta. Dirías, bueno, lo siento por papá. Lo siento por los que les importa. Hola mama, te he echado de menos. ¿Qué? no, no lo he echo a propósito, sí, lo prometo, sí mamá, lo sé, esto no es divertido...  
Esos fantasmas que te persiguen por todos los pasillos y que te cierran todas las ventanas y que te susurran al oido nombres que deverías olvidar, que te toman de la mano y te arrastran por caminos que deverías evitar, esos fantasmas me cambiaron, el fantasma de James, el fantasma de Mamá, el fantasma de todas las personas que poco a poco me destrozaron y que aun tenía que mirar a la cara cada día de la semana y sonreír y fingir que olvidé hace tiempo.
Al cabo de unas semanas mi mirada dejó de ser triste para convertirse en simplemente apagada. Cuando mama falleció la culpa terminó el trabajo que James había empezado, y mis ojos dejaron de pedir socorro para empezar a decir alejate, alejate, no te acerques a todo quien quisiera entrar en mi vida. Por eso me alegré tanto cuando papá sugirió que yo fuese a California a terminar mis estudios allí en vez de que fuese él quien viniese a vivir conmigo. Un cambio de aires, una nueva oportunidad no para olvidar, si no aprender a recordar con paz, sin remordimientos, sin ganas de volver, sin querer arreglar cosas que se escapan de mis manos, sin querer ser quien soy, sin avergonzarme de las lágrimas en mi almohada nunca más.

Tal vez esta era mi oportunidad de volar. Tal vez California eran mis alas, tal vez era mi momento para ser feliz. Pero por otro lado algo me decía que yo no encajaba allí, que el valle del sol no era para alguien con camisetas de Los Ramones, Los Rollings y los Beatles y vaqueros rasgados, pelo alborotado y ojos demasiado rojos por las noches en vela y las tardes intentando gastar todas mis lágrimas en la ducha para que al siguiente día no pudiese salir ni una sola delante de la gente, para que mama no me viese llorar en sus últimos días, para que James dejase de meterse en la primera aula que viese al verme por el pasillo, para que nadie, nadie jamás supiese lo que había dentro de mí. Ya basta, te vas a poner a llorar otra vez. Cállate, Suficiente. Seguro que no está tan mal.
Necesitaba quitarme de encima esa mascara de tía dura y rebelde que James había puesto para cubrir mi rostro a la fuerza, esa no era yo, no me gustaba esa persona... Pero me había acostumbrado tanto a ella...
Me enseñaste a volar y después me dejaste caer pensé con una sonrisa triste. Después sacudí la cabeza y me preparé para mi nuevo presente.
Entré en el inmenso aparcamiento de mi nuevo instituto, y comprobé eso que decía mi hermano de que en los institutos estadounidenses era todo como en las películas. Estaban todos los alumnos exageradamente divididos en grupos por sus gustos y sus nacionalidades. Y como no, entre todos esos grupos hubo uno que a simple vista me llamó muchísimo la atención (no precisamente para bien), un grupo de chicas, todas ellas con ropa de marca, peinados de peluquería, y ridículamente guapas, que sonreía con sonrisas breves y sarcásticas, miraban al resto con desdén y se mantenían en unos tacones sobre los cuales cualquier persona normal tendría serios problemas para andar durante 5 minutos. Las seguían o mas bien rodeaban un grupo de unos cuantos chicos corpulentos con cuerpos esculturales y risas estridentes. Supuse que eran el equipo de fútbol y las animadoras. Según me había informado mi padre la anterior noche mientras repasábamos un poco la historia del instituto para que tuviera alguna idea de donde me metía, el equipo de fútbol llevaba cinco años consecutivos ganando la copa de oro, eso explicaría los aires de prepotencia y grandiosidad que se traían.
La que me esperaba... La gente que se cree superior no me llega a agradar del todo. No soy el tipo de persona que va detrás de ellos intentando meterse en el grupo como la mayoía de los adolescentes, siempre intentando encajar y fracasando, sometiéndose a humillaciones de una monarquía que ni si quiera tenía sangre azúl. No supe si me sería posible aguantar mucho a su alrededor sin meterme en líos. Decidí no pensar sobre ello, y procurar meterme en mis asuntos. No estaba en condiciones de ir de heroína, sería mejor que me limitase a no encontrarmme demasiado con ellos, de todas formas ya tenía suficiente con adaptarme, por todas partes veía grupitos pero no creía que fuera a encajar en ninguno. Aunque a fin de cuentas me daba igual, estaba ahí para escapar, y lo mejor que podía hacer para escapar era no conocer a nadie, no querer a nadie, que nadie me hiciese daño, mantenerme alejada de los chicos y sus retorcidas mentes, sus manipuladores labios y miradas.
Revisé el aparcamiento enorme varias veces, rodeado por un césped con varias mesas medio destrozadas, todas pintadas o con nombres de viejos alumnos, nombres y iniciales entrelazadas, corazones, “forever”s que duraron dos meses, amigas que se apuñalaron en la espalda, caricaturas de profesores y dibujos obscenos de horas aburridas supuestamente dirigidas a un ultimo repaso antes del examen. Comprobé que solo había dos plazas libres, una a cada lado del coche de una de las animadoras. Un BMW descapotable 135i, el mismo que el del padre de James Dios, mío, ¿es que tengo que verlo en todas partes? ¿hasta cuando salgo del país? ¿es esto necesario?, pero este coche era versión Barbie: rosa palo. El hecho de que nadie aparcase cerca de él me daba muy pero que muy mala espina, pero de todas formas mi viejo volkswagen no me importaba mas de la cuenta, y estaba segura de que en caso de que le hiciesen otra marca  rasguño aquella noche no me deprimiría por ello, y además, si me daba un poco de prisa podría salir antes de que ella apareciese y evitar poner mi coche en peligro. No se me ocurrió que tal vez la gente evitase esas plazas por otro motivo, y no por que la conductora pudiese ser algo temeraria. A la vez que me iba metiendo, me fije en que las animadoras me observaban con aprensión. Suspiré. Pues si que empezamos bien. Las ignore y seguí conduciendo, pero el coche se me caló mientras intentaba entrar a la derecha del coche. Mierda, mierda, mierda, mierda, ahora no, mierda, hoy no, hoy no, no hagas que este día sea del todo perfecto...  Oí unas risitas estridentes y resonando entre ellas, una de la que parecía ser la cabecilla del grupo, estaban como a diez metros de mí y al parecer la situación le parecía muy divertida. Arranqué y al fin conseguí aparcar. Cogí mi mochila y salí del coche decidida, mientras me encendía un cigarro. Me aseguré de echarle el humo en la cara a la Barbie alfa cuando pasé a su lado. Se le quitó la risa de golpe. Menos mal que pensaba no meterme en líos, ¿eh?
Me dirigí hacia los bancos y tiré mi mochila a mis pies mientras cruzaba las piernas y me terminaba el cigarro cuando oí la voz infantil, casi nasal de la chica a la que había “humeado”.
Me había seguido. Alguien se estaba buscando un buen guantazo aquella mañana.
- Hey, novata, que sepas que aquí no puedes fumar ¿eh? - Su pelo rubio platino ondeaba al viento, aunque apenas soplaba, y su círculo de perritos falderos la rodeaban.
- Sobre todo te doy la razón en lo de novata, no se te da muy bien conducir por lo que veo... - Le siguió otra de ellas, ésta morena de piel con un pelo larguísimo y perféctamente cuidado. Me daban muchísima rabia, eso de ir creyéndose superiores a los demás y siempre tan perfectas. Todas estallaron en una carcajada. El chiste ni siquiera era bueno. Como se puede ser tan lameculos. No me canse demasiado en responder, las miré como si me suposiese un esfuerzo increíble dirijirles la palabra y les dije con voz monótona.
- Ya, bueno, cuéntaselo a alguien que le interese. Y por cierto, relajaros un poco porque, que sepáis, que hasta esto - les dije enseñándoles lo poco que me quedaba del cigarro- tiene más glamour que vosotras. - terminé, echándole a la primera el cigarro, aún encendido, a los pies. Pegó un brinco y me miro con cara horrorizada, como si le hubiera hecho algo espantoso. Supongo que no estaba acostumbrada a que le contradijeran. Jódete.
Se quedaron todas con la boca abierta, me temí que de ninguna de las maneras se suponían que fuera a hablarles así, pero sinceramente, estaba satisfecha del resultado y me giré directa para entrar en mi nuevo instituto.

De pronto me di cuenta que me había chocado con un chico, para ser exactos, con uno del equipo de fútbol, que venía con otros dos. Me moví a un lado y seguí mi camino, pero reflejado en la puerta de cristal del instituto, vi que se había girado y el chico se me había quedado mirando. Probablemente llevaran tiempo escuchando, y probablemente, al ver que se le acercaba mi nueva amiga, fuesen pareja. Como no, la típica pareja perfecta, capitán y capitana. Oí una voz y me di cuenta que era la de él:
- Eh, morena, para la siguiente fíjate bien por donde vas, ¿eh? - me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Estúpido... pensé, mientras entraba sin contestarle por la puerta de cristal recién limpiada del instituto.